Ahora tenenemos la sensación de que nos encontramos por primera vez.

Vuelvo al lugar donde te vi por primera vez, cuando nuestros caminos se cruzaron en aquella esquina de la ciudad. Cuando pensábamos que nos conocíamos desde el principio de nuestras vidas, pero sólo éramos unos desconocidos. Yo me bañé en tus ojos y tú me dejaste hacerlo, fijando tu mirada en la mía, como si supieras quién era nada más aparecer. Conseguiste que estallara mi interior en mil pedazos, aferrándose a tus huesos, como si no quisiera ser mío nunca más. Me robaste todos los sentimientos pobres que aún quedaban en algún lugar de mi cuerpo, tristes, desgarrados por la realidad. Yo no era nada y tú conseguiste cambiar esa teoría. Me observabas, me investigabas, me matabas con la mirada. Cuando ya parecía que las palabras no iban a importar en esa historia, tú lanzaste la pregunta que quedó para siempre marcada en mi mente, la que logró cambiar el rumbo: "¿Dónde has estado todo este tiempo?". No supe cómo responder, el tiempo corría y nuestros cuerpos hablaban por sí solos. Tus manos congeladas rozaban mis mejillas, congelando todas y cada una de mis facciones. Tú sentías como si volaras y yo volaba contigo. Nunca había respondido esa pregunta, nunca me había atrevido.

Miles de recuerdos recorrían mis venas al cruzar aquella esquina, al volver a respirar el mismo aire que tú me robaste aquella vez.  No existía nada más, no había nadie más: solos yo y tu recuerdo. Recordé tu voz. Volví a escuchar en mi mente la pregunta que quedó en el aire, en el aire que yo estaba respirando en ese momento. La adrenalina del sonido de tu voz me impulsó a contestar a aquella pregunta. Cerré los ojos, imaginé que estabas allí y susurré: "Esperándote".