Cada soplo de viento se colaba por cada poro de su piel desnuda, hacíéndola estremecer a cada segundo. No podía creer que todo aquello hubiese acabado, que su vida hubiese quedado consumida en un simple y doloroso 'adiós'. Miraba a través de los cristales poblados de la escarcha que la noche estaba dejando en la ventana y veía como, para ella, detrás del cristal congelado todo estaba en llamas. La vida había roto su corazón y nadie podría reconstruirlo. Todo había acabado para aquella pequeña muñeca de porcelana, a la que podían destruir fácilmente. Él se había ido, y con él se llevó su alma, su vida, su esencia. Aún podía recordar esa frase que quedó por siempre clavada en su memoria: "Tú y yo estaremos sanos y salvos".
Caía una lágrima más a menudo que iban pasando los minutos, cada vez más espesa y cristalina, como si de una figura de hielo se tratase. Congelando la explosión que había en sus ojos, el frío la había congelado. Poco a poco la mañana iba llegando, y ella no podía (ni quería) despegarse de su ventana, la única que la unía con el cielo... La única que la unía con él.
Mer, te has salido, Sublime.
ResponderEliminarEs tan maravilloso como triste, precioso sin duda que me ha dejado con el corazón entrecogido y muy impresionada :O
Es duro permanecer en el mundo cuando otros se han ido...
ResponderEliminarUn beso de esquimal
dios, super bonito
ResponderEliminarpasate por mi blog a ver que te parece, o dejame un comentario o sigueme, como quieras:)
olvidatedeloscuentosdehada.blogspot.com
un abrazo:)
Un texto... genial, no tengo palabras!
ResponderEliminarJoba, no sabía que siguieras mi blog desde los principios... muchas gracias por leerme!
Creo que yo lo haré a partir de ahora, tu rincón me ha cautivado ^^