30 diciembre 2011

El frío congeló sus pupilas.

Cada soplo de viento se colaba por cada poro de su piel desnuda, hacíéndola estremecer a cada segundo. No podía creer que todo aquello hubiese acabado, que su vida hubiese quedado consumida en un simple y doloroso 'adiós'. Miraba a través de los cristales poblados de la escarcha que la noche estaba dejando en la ventana y veía como, para ella, detrás del cristal congelado todo estaba en llamas. La vida había roto su corazón y nadie podría reconstruirlo. Todo había acabado para aquella pequeña muñeca de porcelana, a la que podían destruir fácilmente. Él se había ido, y con él se llevó su alma, su vida, su esencia. Aún podía recordar esa frase que quedó por siempre clavada en su memoria: "Tú y yo estaremos sanos y salvos".
Caía una lágrima más a menudo que iban pasando los minutos, cada vez más espesa y cristalina, como si de una figura de hielo se tratase. Congelando la explosión que había en sus ojos, el frío la había congelado. Poco a poco la mañana iba llegando, y ella no podía (ni quería) despegarse de su ventana, la única que la unía con el cielo... La única que la unía con él.

4 comentarios:

  1. Mer, te has salido, Sublime.
    Es tan maravilloso como triste, precioso sin duda que me ha dejado con el corazón entrecogido y muy impresionada :O

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  2. Es duro permanecer en el mundo cuando otros se han ido...

    Un beso de esquimal

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  3. dios, super bonito
    pasate por mi blog a ver que te parece, o dejame un comentario o sigueme, como quieras:)
    olvidatedeloscuentosdehada.blogspot.com
    un abrazo:)

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  4. Un texto... genial, no tengo palabras!
    Joba, no sabía que siguieras mi blog desde los principios... muchas gracias por leerme!
    Creo que yo lo haré a partir de ahora, tu rincón me ha cautivado ^^

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