¿Puedes oírme? ¿Puedes oírme a
través de las distancias y barreras que el tiempo, caprichoso y duradero, ha creado
entre nosotras? ¿Puedes oír mis ‘te echo de menos’, mis palabas y mis estupideces?
Espero que puedas oírme. Yo te escucho, en el más profundo suspiro de mi
corazón, yo te recuerdo. Recuerdo tu sonrisa similar a la luna creciente:
brillante y perfecta. Escucho tus lágrimas caer, y desde aquí deseo que el
viento sople más fuerte para llevárselas consigo. Y no puedo soportar la idea
de pensar que con cada lágrima que recorre tu cara, tu corazón experimenta una
nueva especie de dolor. Desearía tener algún poder sobre tus emociones, poder
cambiar tu rostro pálido por uno alegre y colorido; desearía hacer de tu alma
pura e inocente una fuente de sonrisas, de melodías y de mariposas. Desearía
entregarte el cielo e iluminarlo con hermosas estrellas. Y te sigo sintiendo, a
través de los kilómetros que nos separan. Estamos tan lejos y aún así yo te
siento cerca. Quizás es porque llevo una parte tuya a cada lugar que voy, creciendo
con cada paso que doy. ¿Puedes sentir mis susurros, mis palabras de ánimo y mis
miradas sinceras? Son para ti, para que nunca te des por vencida. Cada vez que
empieces un camino nuevo y desconocido, recuerda que todo lo que empieza tiene su
fin. Nunca dejes que las piedras del camino puedan contra tus pies, y nunca
dejes que el sol arda sobre tu piel desnuda. Al caer la noche, no dejes que el
frío congele tus entrañas y te deje debilitada y decaída. Sigue adelante.
Recuerda que por mucho que la luna permanezca en el cielo, el sol siempre
vuelve a brillar bajo la intensa y fresca brisa del amanecer. Y recuerda que
por muchas horas que pasen, por muchos kilómetros que nos separen o por mucho
que envejezcamos, yo seguiré haciéndote subir hasta lo más alto de la montaña.
Seguiré a tu lado, haciéndote creer que eres fuerte, como las rocas, que eres
lo suficientemente buena como para conseguir todo lo que te propongas. Y aunque
el tiempo haya impuesto esas barreras entre nosotras, yo te seguiré sintiendo y
añorando, como siempre, en el fondo de mi alma.
[Para Marina, mi amiga de siempre. Para que sigas manteniendote fuerte y nunca tires la toalla. Son tiempos difíciles, pero quiero que sepas que estoy a tu lado, ayudándote a seguir adelante. Nunca te des por vencida. Sigue adelante, tú puedes hacerlo. Te quiere, Marisol]
La distancia en sí es irrelevante, solo toma el sentido que nosotros le damos. Y, cuando el corazón interviene, ésta se hace invisible a los ojos del alma.
ResponderEliminarLo sé, por experiencia. :)
Es muy bonito, Mer. No solo el texto, sino también eso que sientes a pesar de las barreras.
(miaus de zanahorias (cosasdeladieta)) :3
lo que se siente en el fondo del alma es lo más verdadero de todo... me encanta :)))
ResponderEliminarSé que ya te comenté aquí, pero he vuelto para decirte que tienes un regalito para tí en mi blog :)
ResponderEliminar(miaus de abrazos)
Leo esto y puedo estar segura que debes ser una gran gran amiga.
ResponderEliminarCreo no hay relación más hermosa que la amistad y este relato me lo recordó una vez más.
¡Un abrazo grande!